viernes, 5 de junio de 2015

MATERNIDAD





¿Has escuchado alguna vez Samba da Bençao? Dice así: "É melhor ser alegre que ser triste. Alegria é a melhor coisa que existe. É assim como a luz no coração. Mas pra fazer um samba com beleza é preciso um bocado de tristeza..." Elsa padecía de una enfermedad llamada ilusión. Su tendencia a ver el mundo desde el prisma de la fantasía no le dejaba ver la realidad tal como era. Disfrutaba de las pequeñas cosas con ansiedad. Solía sentarse  en el banco del parque que había cerca de su casa y dejaba que el aire la hiciera soñar. Abría los ojos y miraba lo que le rodeaba con la altivez del que sabe que esconde la felicidad. Apreciaba cada momento de su vida y acariciaba los recuerdos de su memoria. Se sentía diferente y sabía que este sentimiento podía incomodar a cualquiera.
Un día Elsa tuvo que empezar a prestar su tiempo a otra persona. Y su dedicación a sí misma pasó a tener un papel secundario, e incluso terciario. Quería seguir yendo al parque, mirar y atesorar la felicidad, pero por más que lo intentaba, otra persona le arrebataba todo intento. Ahora Elsa no iba al parque, miraba lo necesario e inmediato y, a veces, su sentimiento de felicidad se convertía en resignación.
El tiempo transcurrió y para sorpresa de Elsa, siguió teniendo poco tiempo para su individualidad, pero, sin embargo, el sentimiento de felicidad fue acompañándola de nuevo. Ahora ese sentimiento era distinto, contradictorio, pues no la dejaba emerger a ella, ya no era la protagonista de su historia y, sin embargo, sentía que lo que estaba viviendo y lo que estaba por llegar era mucho más de lo que antes atesoraba. Dejó su ego de lado y empezó a compartir con aquella otra personita su nueva dualidad. Y su renovada ilusión volvió a envolverla, esta vez con nuevas pequeñas cosas, con nuevas sensaciones que sabía que la acompañarían por el resto de su camino.

Mas pra fazer um samba com beleza é preciso um bocado de tristeza...

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