martes, 7 de mayo de 2013

ETIQUETAS



Tenemos una tendencia eterna a etiquetar todo lo que vivimos, sentimos, experimentamos. Además acompañamos a esa etiqueta  de su pareja justificación, de por qué esa etiqueta y no otra. Todos los sentimientos son etiquetados: me gusta, le quiero, le odio, me encanta…porque me hace sentir así; o me ha dicho esto o ha hecho esto otro  y por ello le quiero; y le odio, porque no me ha dicho o hecho esto…Cada vez que alguien me pide una etiqueta  para algún sentimiento que profeso a otra persona, a otro ser, y seguidamente me pide su acompañada justificación, y yo corderitamente accedo a dar la etiqueta y la justificación, acabo infinitamente arrepentida de haberle dado una forma tangible, un límite, a ese sentir. ¿No es en sí un sentimiento un cúmulo de sensaciones ilimitadamente etéreas? Pero cuando intentas transferir tu sentimiento a quien te reclama la pertinente etiqueta, que no tiene perfil para limitar todo lo que sientes, y no se la das inmediatamente,  te mira como si le estuvieras negando una verdad absoluta, como si te negases a ser sincero, cuando no hay forma más sincera de darle existencia a tu sentimiento que sintiéndolo. Por eso siempre me han faltado palabras para expresar ese halo, nunca son palabras precisas, nunca llegan a describir exactamente tu emoción, y es en el momento de darles nombre  cuando más triste me siento. Debería ser buena en seleccionar términos, pero soy mejor en sentir. Cuando algo no es sentido, es fácil encontrar términos descriptivos. Juan Ramón Jiménez tuvo este ligero problema, pero en ese afán de encontrar la palabra precisa, cayó en el fraude de dar forma a sus sentimientos huérfanos de terminología. 

Me niego infinitamente a ponerle etiqueta a la profesión de mi alma.

4 comentarios:

  1. Quizá ese etiquetaje no es más que una forma de identificación, una manera de conocer lo que sentimos. ¿Hasta qué punto podemos llegar a sentir algo de lo que no somos totalmente conscientes, algo que no sabemos describir, Elsa K?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy consciente plenamente de sentirlo, ilimitadamente y perdurablemente, pero "acabo infinitamente arrepentida de haberle dado una forma tangible, un límite, a ese sentir. ¿No es en sí un sentimiento un cúmulo de sensaciones ilimitadamente etéreas?" El límite-término pone fin-límite a una emoción dinámica, que tiene vida propoia, y por tanto evoluciona.

      Eliminar
  2. Por cierto, has pasado a formar parte -directa- de los hábitats amigos del secano. El olvido está tan cerca...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y yo que estaba escondida donde habite el olvido...

      Eliminar